Cuando Arder es Renacer: El Incendio Necesario de Violeta Rojo

Hay libros que llegan como una cerilla encendida a un bosque seco. «Deja que arda», de Violeta Rojo —pseudónimo de Neus Llabrés—, es precisamente eso: un incendio controlado que arrasa con las convenciones de lo que debe ser una mujer para plantar las semillas de lo que puede llegar a ser.

El poemario se estructura como una sinfonía en tres movimientos que cualquier mujer reconocerá como propio: la caída, el fuego y el renacimiento. Es el trayecto universal del héroe, pero despojado de armaduras y espadas, vestido con la piel vulnerable y poderosa de quien ha decidido quemarse para renacer.

La Caída: El Espectáculo de la Herida

«A todos los deseosos de ver mi sangre: / este es mi espectáculo, / damas y caballeros. / Me estoy desangrando.» Así arranca Violeta Rojo su confesión. No hay pudor ni autocompasión, hay una lucidez brutal que convierte el dolor en performance consciente.

En estos primeros poemas, la autora disecciona la anatomía del desplome con la precisión de un forense. «Mis huesos crujen / como la estantería mal puesta en tu salón» —una imagen doméstica que convierte la fragilidad en algo familiar, casi cotidiano. Porque de eso se trata: de normalizar la rotura para poder examinarla sin aspavientos.

El poema «Ultraviolence» funciona como una radiografía del maltrato emocional. La referencia a Lana del Rey no es gratuita; ambas artistas comparten esa capacidad de estetizar la toxicidad sin romantizarla, de mostrar la belleza rota sin volverla deseable. «Te ves bella, pero rota», se dice al espejo vestida con el traje de novia de su madre, en una imagen que condensa generaciones de expectativas femeninas frustradas.

El Fuego: La Alquimia de la Rabia

La segunda parte del libro es donde Violeta Rojo descubre que tiene fósforos. «Dime, mujer, / ¿dónde has adquirido tu furia?», se pregunta a sí misma, cansada de «fingir que está hecha de azúcar». Este es el momento en que la víctima decide dejar de serlo.

Los poemas de esta sección son una masterclass sobre cómo la vulnerabilidad puede transformarse en poder. «Soy la mujer líquida», proclama, y en esa liquidez encuentra su fortaleza: la capacidad de adaptarse sin perderse, de fluir sin diluirse.

La erotización del poder femenino alcanza su cénit en poemas como «Mercurio» y «Musa», donde el deseo se convierte en combustible para la creación. No es casualidad que estos poemas estén plagados de referencias mitológicas —Venus, Mercurio, Afrodita—. Rojo entiende que para reconstruirse necesita arquetipos más poderosos que los que le han ofrecido.

El Renacimiento: Ave Fénix en Tacones

La tercera parte es una declaración de independencia. «Si querías verme caer, / esta no es tu oportunidad. / Soy un ave fénix», anuncia con una contundencia que no admite réplica. Pero este fénix no es el de los cuentos; es uno que camina sobre lava «aunque la seda cubra mi vientre», uno que sabe que la elegancia y la fuerza no son excluyentes.

El poema «Kintsugi» —apenas cuatro versos— es quizás el más poderoso del libro: «Las roturas en mí / me embellecen. / Estoy envuelta en oro / como kintsugi.» La referencia al arte japonés de reparar cerámica con oro no podría ser más acertada. Rojo no solo acepta sus cicatrices; las convierte en ornamento.

El Lenguaje del Incendio

Lo que distingue a este poemario no es solo su contenido, sino su forma de decirlo. Violeta Rojo maneja un lenguaje directo pero poético, brutal pero hermoso. Sus versos tienen la contundencia de una bofetada y la delicadeza de una caricia. Sabe cuándo susurrar y cuándo gritar.

La autora construye imágenes que se clavan en la memoria: «polvo de estrellas», «mujer líquida», «dragón interior». Son metáforas que funcionan porque nacen de una experiencia auténtica, no de un ejercicio retórico.

Un Manifiesto Femenino para el Siglo XXI

«Deja que arda» es mucho más que un poemario; es un manual de supervivencia emocional, una guía para convertir el dolor en poder. En tiempos donde el feminismo se debate entre la corrección política y la rabia ancestral, Violeta Rojo opta por la segunda sin complejos.

Este libro llegará a lectoras que reconocerán su propio fuego en estos versos. Porque todas hemos sido «polvo de estrellas» alguna vez, todas hemos tenido que elegir entre seguir siendo víctimas o convertirnos en dragones.

Y al final, la pregunta no es si este libro incomodará a algunos. La pregunta es si estamos preparados para el tipo de mujeres que va a crear.


por Ángela de Claudia Soneira

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