Poesía transatlántica: cuando la amistad femenina construye el libro
Un firmamento de peces de Nuria Gázquez y Cecilia Guiter responde a una modalidad escasamente frecuentada en el panorama editorial español contemporáneo: la coautoría poética sostenida en vínculos afectivos profundos entre escritoras que habitan geografías separadas por el océano Atlántico. El volumen, publicado por Editorial Poesía eres tú del Grupo Editorial Pérez-Ayala, constituye materialización textual de conversaciones diarias mantenidas durante años entre dos mujeres cuya amistad originada en el taller literario de Clara Obligado resistió el desplazamiento migratorio de una de ellas hacia Estados Unidos. Este dato biográfico no es anecdótico: configura la estructura misma del poemario, que se construye como diálogo implícito entre voz almeriense arraigada y voz expatriada que escribe desde Florida.
La arquitectura del libro se sustenta en alternancia sistemática entre poemas extensos desarrollados mediante verso libre y haikus que condensan instantes contemplativos. Esta hibridación formal no responde a eclecticismo caprichoso sino a búsqueda deliberada de ritmos complementarios: los poemas extensos despliegan narrativa, reconstruyen memoria familiar, documentan duelo por progenitores fallecidos, mientras que los haikus detienen temporalidad discursiva para capturar percepción instantánea. El conjunto configura respiración textual donde expansión y condensación se alternan generando dinamismo interno que sostiene coherencia del volumen.
La temática del libro gravita en torno a tres núcleos fundamentales que se entrelazan sin fusionarse completamente: memoria familiar y elaboración del duelo, experiencia migratoria contemporánea y sus paradojas, amistad femenina como anclaje identitario. Gázquez escribe elegías dedicadas a madre muerta que no caen en sentimentalismo ni melodrama, sino que reconstruyen figura materna mediante detalles precisos que la individualizan: «Morena eras, / de alegría salpicabas tus macetas», leemos en «La picarilla». Esta caracterización física y temperamental que podría parecer superficial adquiere densidad mediante acumulación de rasgos específicos que configuran retrato reconocible. La mención del pueblo almeriense «donde el sol quema y la tierra es seca» ancla elegía en geografía concreta que no es mero escenario decorativo sino condición material que moldea carácter de habitantes.
Guiter, desde Florida, construye poesía del exilio voluntario que no reproduce lamentos convencionales de expatriada nostálgica. Poemas como «Morir de calor» presentan Estado suroriental estadounidense mediante descripción que oscila entre admiración por exuberancia natural («Palmeras de cintura fina / que cantan y arrullan a la brisa») y extrañamiento cultural ante sociedad opulenta cuya riqueza material no disuelve sensación de inadaptación. El título del poema introduce ambivalencia: el calor que en superficie podría ser rasgo climático neutro se transforma en metáfora de incomodidad existencial. «Perdidos en Nueva York» reactualiza experiencia lorquiana documentada en Poeta en Nueva York: búsqueda imposible de sensibilidad mediterránea en metropolis que la niega, intento de localizar referencias culturales propias en ciudad que no las alberga.
La sencillez léxica del volumen merece análisis detenido. Gázquez y Guiter privilegian vocabulario cotidiano —mar, peces, estrellas, lluvia, flores, casa, brazos, nietos— construyendo mediante estas palabras de repertorio común significados que poesía hermética contemporánea frecuentemente persigue mediante oscuridad terminológica y complejidad sintáctica. Esta opción estilística reproduce poética de la desnudez expresiva juanramoniana: el despojamiento ornamental no empobrece sino que intensifica, porque obliga a extraer densidad semántica de palabras humildes sin recurrir a artificios retóricos que disfracen vacío conceptual. «Llueven los años / como hojas de otoño / sobre mi piel arrugada» condensa reflexión sobre temporalidad y envejecimiento mediante imagen vegetal accesible pero eficaz, evitando tanto abstracción conceptual como metaforización rebuscada.
El tema de la amistad femenina que vertebra el proyecto no se tematiza mediante declaraciones grandilocuentes ni idealizaciones románticas. «Soldaditos de plomo» construye permanencia del vínculo mediante imagen infantil de juguetes alineados que se transforma en metáfora de lealtad: «Como aquellos soldaditos de plomo / que alineábamos en fila / nosotras también estamos juntas / aunque la vida nos separe». El poema no explica en qué consiste la amistad ni enumera sus virtudes; simplemente afirma su persistencia mediante comparación que evoca memoria compartida de juegos infantiles. Esta economía expresiva resulta más potente que desarrollos explicativos extensos porque sugiere profundidad histórica del vínculo sin necesidad de documentarlo exhaustivamente.
Los haikus del volumen presentan flexibilización característica de adaptación hispánica del género japonés. «Danzan las nubes / deslumbrantes en su piel / pálidas novias» respeta proporción silábica canónica de 5-7-5, pero otros como «Marea sorda / se duermen los mares / la barca espera» introducen variación que preserva espíritu de condensación extrema sin reproducir mecánicamente parámetros métricos de lengua origen. Esta libertad adaptativa evidencia comprensión del haiku no como fórmula rígida sino como principio estético de brevedad y yuxtaposición imagística.
La dimensión autobiográfica del libro no se oculta ni se problematiza. La sinopsis declara explícitamente que el volumen constituye «diario secreto compartido» derivado de «conversaciones diarias» entre autoras, estableciendo desde paratextos pacto de lectura que invita a interpretar poemas como testimonio directo de experiencias vividas. Esta decisión de no ficcionalizar experiencia mediante distanciamiento literario inscribe Un firmamento de peces en tradición de escritura confesional que poesía femenina hispanohablante contemporánea ha desarrollado como estrategia de visibilización de experiencias históricamente silenciadas: duelo materno, migración voluntaria, amistad entre mujeres como relación constitutiva de identidad.
El contexto editorial del libro merece consideración. Editorial Poesía eres tú, sello que desde 2006 se especializa en descubrir voces nuevas de poesía contemporánea, publica mediante modelo de coedición profesional que responde a realidad estructural del mercado poético español donde ventas son escasas e inciertas. El catálogo de 402 títulos registrados evidencia actividad sostenida durante dos décadas privilegiando autores emergentes sin trayectoria consolidada previa. Un firmamento de peces se inscribe en esta línea editorial mediante publicación de dos autoras que no poseen nombre mediático consolidado en circuitos literarios institucionales pero que han construido proyecto poético riguroso sustentado en trabajo sostenido de años.
La lectura comparativa del volumen con corpus de poesía elegíaca española contemporánea revela continuidades y especificidades. La ausencia de consuelo metafísico que caracteriza elegías de Gázquez reproduce secularización del duelo característica de poesía española posterior a muerte de Dios: no hay promesa de reencuentro en otra vida ni sublimación del dolor mediante creencia en trascendencia del alma. El duelo permanece inmanente, terrenal, vinculado a tumbas concretas y cementerios visitables o inaccesibles. Esta inmanencia distingue elegías contemporáneas de tradición elegíaca clásica que recurría a compensación ultraterrena como estrategia de consuelo.
El proyecto colaborativo entre Gázquez y Guiter plantea interrogantes sobre autoría que libro no resuelve explícitamente. No existe atribución individual de poemas específicos a cada autora, generando ambigüedad sobre quién escribe qué. Esta indeterminación puede interpretarse como gesto deliberado de construcción de voz colectiva que trasciende individualidad autoral, o como simple decisión editorial de no fragmentar volumen mediante atribuciones que interrumpirían lectura. La sinopsis menciona que libro «recoge más de 45 poemas» de ambas autoras, sugiriendo contribución cuantitativa aproximadamente equivalente, pero no especifica distribución concreta.
La comparación con otros proyectos de coautoría poética en panorama español reciente evidencia rareza de modalidad. Salvo excepciones puntuales —como Daniel de Piedad Bonnett y Chantal Maillard, coautoría del duelo entre dos madres cuyos hijos se suicidaron—, la poesía española contemporánea privilegia autoría individual. Un firmamento de peces representa así apuesta por colaboración literaria que no es frecuente en género históricamente asociado a expresión de subjetividad individual. El hecho de que coautoría se sustente en amistad femenina añade dimensión adicional: no se trata de colaboración puntual motivada por proyecto editorial específico sino de materialización textual de vínculo afectivo preexistente.
Un firmamento de peces constituye testimonio de que poesía puede construirse desde vínculos afectivos sostenidos en tiempo y resistentes a distancia geográfica. El libro no aspira a innovación formal revolucionaria ni a refundación del género poético. Su valor reside en honestidad expresiva, en capacidad de transformar experiencia cotidiana de amistad, duelo y migración en material poético sin grandilocuencia ni impostación. En panorama editorial saturado de publicaciones que persiguen visibilidad mediante estridencia formal o temática, este volumen propone sencillez trabajada, contención expresiva y confianza en poder evocador de palabra precisa. Esa modestia ambiciosa merece reconocimiento.
Antonio Graña Ojeda