Descripción
Es la historia de una caída, pero lo es también de una superación. En una sociedad donde ser joven, guapo, casi perfecto y atractivo físicamente tiene un valor preponderante, caer en desgracia y apartarse de esa característica, se diga lo que se diga, es una desgracia. Las cosas se valoran o se admiran, se utilizan y cuando ya no valen se tiran o se arrojan al olvido.
Por eso, a los cuarenta años en la plenitud física, asumir una enfermedad como una artrosis prematura, y sentir un proceso con dolor es muy duro, y sobre todo sentir como los demás te dan la espalda y la sociedad te deshereda y te rechaza pretendiendo incluso despojarte de tus propios derechos.
El protagonista acostumbrado a luchar contra su propio destino ya se había acostumbrado a pelear consigo mismo y contra ese destino adverso que la vida le adjudica, se siente condenado a ser una persona semianalfabeta, siente la marginación, el dolor producido por la emigración, la soledad, el rechazo, la caída en vicios de los que consigue salir a duras penas.
Pero ¿Cómo volar sin alas? ¿Cómo remontar el vuelo asido a unos bastones? Es la pregunta que se hace el protagonista. Con unas alas de cartón, -dos prótesis de cadera- milagro de la tecnología y de las manos de los médicos que benditas sean- consigue volar de nuevo (disimular su minusvalía) incluso olvidarse de ella y emprender de nuevo el vuelo para cruzar la bahía y no caer en las garras de los cangrejos y roedores marinos que escondidos en los agujeros de las rocas esperan su caída.